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El talento inmigrante

Hace unos días en un espacio público escuché una conversación que me dejó un poco, o bastante, preocupado. Hablaban de los inmigrantes y la inmigración. Evidentemente ya se puede imaginar el carácter de la conversación…

Las personas que ha venido de fuera en busca de un mejor futuro para ellos y sus hijas e hijos lo hacen por necesidad y no por placer. La inmensa mayoría de estas personas, porque recordémoslo, son personas, huyen de un entorno de precariedad, pobreza y también ahora  de conflictos bélicos que hemos provocado los occidentales, pues nos jactamos de ser los paladines de la democracia y queremos exportar (imponer) nuestro precario modelo a otros países que no lo han reclamado en absoluto. Podríamos ayudar a estas personas en origen pero no es precisamente lo que se está haciendo, al contrario…

El hecho constatado es que la llegada de personas de otros países la debemos asumir como un hecho que tenemos que gestionar de la mejor manera posible y esta tiene un nombre: humanidad. Esta palabra no sólo debe conllevar una acogida digna, no como ahora, si no el de ofrecer asimismo una formación a todas las personas que llegan, sobre todo si éstas son jóvenes, por la sencilla razón de que estamos faltos de profesionales cualificados. Si no podemos nutrir los puestos de trabajo con personal «autóctono», los que vienen de fuera nos deberán ayudar a cubrir cada vez más estos puestos cualificados que no podemos proveer.

Debemos hacer lo posible para proporcionar una buena enseñanza a todo el que lo necesite, venga de donde venga. Nos va el futuro del país. Cada vez más a  los profesionales nos cuesta más encontrar perfiles con ciertas cualificaciones.

Que yo sepa nadie nace con un diferencial de inteligencia emanado de una raza o creencia. Seremos mejores o peores dependiendo de nuestros tipos de Inteligencia pero todos, sin ningún tipo de exclusión, tenemos un potencial si éste se forma adecuadamente. Si además se modulan las competencias actitudinales desde la escuela, como debería hacerse ya, podemos conseguir formar a personas con una igualdad de partida para no ser excluidas o arrinconadas en según qué tipo de empleo. La inmigración que llega no la debemos ver exclusivamente para emplearla en trabajos de baja cualificación.

Hay que aprovechar esta entrada de inmigrantes para mejorar el conjunto del país y no para aprovecharnos de una mano de obra barata en tareas que, los que no somos inmigrantes, ya no queremos realizar.

Manel Macià Martí

Director en TALENTIA GESTIÓ

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